Cuando el seleccionador es quien busca trabajo

Reflexiones y consejos sobre cómo un reclutador afronta un proceso de selección para conseguir un empleo

Querido candidato:

Hoy te escribo yo directamente. Me permitirás que, en esta ocasión, no conteste a tus preguntas e inquietudes. Éste es un capítulo especial para mí, un alto en nuestro camino. Con el nuevo año seguiré proporcionándote consejos para que, en la medida de lo posible, te ayuden en la búsqueda de trabajo, pero hoy debo confesarte que he estado en el otro lado: he sido protagonista de una larga travesía en el desierto que ha acabado con final feliz.

Durante dos meses he sentido en mi interior los nervios por la entrevista, la inquietud ante la llegada tardía de noticias, las dudas sobre cómo habré contestado, qué habrán pensado de mí, la preocupación sobre si seguiré adelante, el pensamiento sobre si hacerme ilusiones me perjudicaría o me ayudaría a conseguir mis objetivos con una actitud más positiva.…

Y es que durante dos meses he sido candidata y me he acordado de los consejos que te había dado en mis anteriores capítulos, cómo podía aplicarlos, para entender cómo los habrás percibido desde el otro lado.

Te confesaré que, obviamente, el seleccionador-candidato puede partir de cierta ventaja porque conoce los mecanismos de una entrevista y un proceso de selección, pero tiene que superar como cualquier otro a todos sus contrincantes y convencer.

El punto crucial, desde mi punto de vista, es no relajarse ni pensar que esta ventaja te llevará directamente al éxito. Es un arma de doble filo para los que nos dedicamos a esta profesión, pues la excesiva confianza en el dominio del entorno de la selección puede perjudicarnos.

Permíteme comentarte mi experiencia, por si te sirve de ayuda, ahora que, plenamente puedo decir, que me he puesto en tu lugar:

1- Contesté a una oferta en la que sabía que cumplía con los requisitos y lo hice rápido, al cabo de un par o tres de días de verla.

2- Me preparé de forma concienzuda y dediqué muchísimas horas a: intuir preguntas que podrían hacerme, poner en valor mis conocimientos y experiencia, estudiar el sector para el que escribía (me informé de la competencia, revisé quién es quién en el sector, seguí en la prensa económica noticias sobre la empresa y su actividad). También revisé tendencias en el mundo de los recursos humanos que pudieran ser de interés y, muy importante, revisé una por una mis habilidades, qué podría interesarles de lo que he aprendido para ponerlas de manifiesto en la entrevista llegado el momento. Y ya puestos, también estudié a mis entrevistadores (internet es una poderosa máquina de información que puede ser nuestra aliada).

3- Me adelanté preparando parte del trabajo que me tocaría hacer en la nueva empresa y busqué la oportunidad para presentarlo en una de las entrevistas.

4- Fui prudente y escuché muchísimo. Las entrevistas fueron largas y complicadas, con varios entrevistadores, pero nunca me confié. Mantuve una actitud firme, pero con muchísimo respeto ante la empresa que me estaba analizando.

5- En ningún momento, en ninguna de las entrevistas, cuando me preguntaron por el motivo del cambio, critiqué a mis antiguos empleadores, primero porque no se lo merecían y segundo, porque soy muy consciente del efecto negativo que un comentario a modo de queja provoca en la persona que te está entrevistando.

6- Preparé preguntas para exponer en mi turno, un buen número, y puse de manifiesto mis inquietudes de forma sincera.

7- Y nunca, nunca, en ningún momento, transmití dudas sobre mi motivación.

8- Por último, no olvidé agradecerles la oportunidad que me brindaron, pasara lo que pasara.

Decirte que por haber actuado así he conseguido el puesto es exagerado. Pero también estoy convencida de que, si no me hubiera preparado de esta forma, muy difícilmente lo hubiera logrado.

La conclusión que extraigo de esta experiencia es doble: primero, que el esfuerzo y la preparación en un proceso de selección, aunque no sea garantía de éxito, es la única vía posible para optar a conseguir el puesto. Y segundo, albergo la esperanza de que 2015 sea un año de alegría para tantos candidatos como tú que se esfuerzan día tras día para conseguir sus objetivos.

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